Dentro de la región del bajo Cáucaso, la capital de la República de Georgia, Tbilisi, desafía cualquier expectativa previamente formada. Tbilisi es el nombre en georgiano, pero en español se escribe Tiflis. Las leyendas que mencionan su fundación apuntan al año 458 en el cuál un rey al salir a cazar se encontró con las aguas termales, que abundan en la región, y decidió construir una ciudad amurallada en medio del frondoso bosque que existía en esa época. La región ha sido dominada por un sin número de imperios, entre ellos encontramos: árabes, persas, bizantinos, mongoles y por último rusos. Lamentablemente, con cada etapa bajo el control de estas potencias no se dejaron casi vestigios gracias a varias quemas de la ciudad, por lo que no se salvaguardó ningún legado de estas culturas en la ciudad.


Al conocer la historia de la ciudad, podemos entender el porqué de su interesante arquitectura. Un paseo por la Avenida Rustaveli, la más importante de la capital, nos remonta a una época de esplendor de la ciudad. Después de que Georgia fue anexada a la Rusia zarista a principios del Siglo XIX, la ciudad encontró un auge político y cultural que le otorgó un estatus especial en la región. La ciudad está construida alrededor del Río Mtkvari, lo cuál le otorga una gran belleza a esta parte de la ciudad.


A continuación, les contaré de mi experiencia en Tbilisi, incluyendo los 5 lugares que en mi parecer no te puedes perder en esta increíble ciudad.


La primera impresión que me causó esta ciudad fue mi sorpresa en su arquitectura. Difícilmente me pude imaginar una ciudad que asemejaba mucho a las capitales más famosas de Europa Central (a mi mente llegaron similitudes con Praga y Budapest). Sin embargo, con un toque exótico y por supuesto a menor escala. El taxi nos dejó en la famosa Avenida Rustaveli diseñada por Georges Haussman (famoso por trabajar con Napoleón III en la renovación de Paris) que le da un toque afrancesado a esta importante calle. En ella se encuentran hoteles de las marcas más reconocidas del mundo, en uno de las cuales nos ayudaron a encontrar nuestro departamento ya que el idioma es un poco complicado.

Foto por: Oddviser

En las inmediaciones de esta avenida encontramos un poco del pasado soviético con algunos toques locales, por ejemplo, una pequeña panadería. Al empezar a descubrir la ciudad caminamos por Rustaveli la cual combina edificios clásicos y modernos hasta llegar a la Plaza de la Libertad con su imponente escultura que ha presenciado varias manifestaciones entre las que se encuentra la puja por la independencia de la Unión Soviética.


De ahí proseguimos al barrio antiguo de la ciudad. En este encontramos algunas iglesias empotradas en pequeñas plazas con el clásico estilo de edificación de la Iglesia Ortodoxa Georgiana. Sus interiores son modestos y asemejan mucho a las iglesias que encontramos tanto en Rusia como en Armenia. En sus intricadas calles se encuentran restaurantes, bares, tiendas de artesianas y tapetes entre muchos otros comercios. Aquí se encuentra el centro de la vida nocturna de la ciudad que ha tomado relevancia gracias a su activa escena musical, que ha servido como protesta ante algunas políticas gubernamentales, y que ha tomado renombre en Europa.


Al acabar de explorar las diferentes calles llegamos a las faldas de una colina donde se encuentra la Fortaleza de Narikala y la Estatua de la Madre Georgia. Existen dos formas de llegar, una a través de un funicular que otorga una espectacular vista de la ciudad o una subida algo empinada pero que ofrece la oportunidad de ver un barrio típico de la ciudad con sus baños de aguas termales. Al llegar a la cima se puede apreciar una vista de toda la ciudad y al escalar las murallas se obtienen perspectivas diferentes de Tbilisi, una combinación entre la tradición del barrio viejo, los edificios de corte europeo y algunas edificaciones nuevas que revelan que la modernidad esta llegando a este pequeño país euroasiático.


Bajando a pie por la colina nos dirigimos a la sede de la Iglesia Georgiana, la Catedral de la Santísima Trinidad. La iglesia, mejor conocida por los locales como Sameba, es muy moderna y es imponente al verse por primera vez. Un patio muy grande rodeado de jardines y una larga escalinata nos lleva directo a sus puertas. El exterior magnifico de la catedral está en concordancia con la belleza que guarda en su interior. Techos altos con murales de los miembros de la santísima trinidad dan al lugar un aire de grandeza que en pocas iglesias se puede sentir. Siguiendo la tradición ortodoxa se encuentran varios iconos revestidos de oro para su adoración.


Para darle un toque particular a nuestra visita, la curiosidad nos llevó al afamado Teatro Gabriadze, mejor conocido como el teatro de las marionetas. Este extraño edificio tiene una torre del reloj que parece sacada del libro de Alicia en el País de las Maravillas y presenta varias obras protagonizadas por títeres. Se presentan en escena relatos de batallas, obras reconocidas y algunas locales que seguramente atraerán su atención a este peculiar espectáculo. Desafortunadamente no nos alcanzó el tiempo para asistir a alguna pero siempre es bueno dejar cosas que hacer para regresar.

Foto por: gabriadze.com

Al caer la tarde, nos dirigimos a las orillas del río para presenciar lo que a mi parecer es la parte más increíble de la ciudad. Un parque que incluye fuentes, prados, museos y para rematar el famoso Puente de Paz, diseñado por un arquitecto italiano, muestra la que para mí es la esencia de la ciudad, uniendo el barrio antiguo con el nuevo creando un lazo que le da al conjunto una concordancia entre lo clásico y lo moderno que armoniza el proceso que enfrenta el país en la actualidad. Verlo iluminado al caer la noche es verdaderamente un espectáculo visual.

Foto por: ArTkiTekTuRa

Una cena en uno de los cafés del barrio antiguo para comentar el día tan ajetreado que tuvimos fue el final perfecto para esta aventura que salió de la nada para sorprendernos gratamente, igual que seguramente les pasará a ustedes si tienen la oportunidad de visitar Tbilisi la exótica capital de Georgia.


Buena suerte viajeros,
 
Por Andrés Tapia Villa en colaboración con Santiago Maciel Cámara | 01 de Septiembre, 2018